Longitud: 6,4 km (circuito)
Tiempo de recorrido: 2 a 3 horas
Intensidad: Media
Cotas de altura: Desde 920 a 1.100 msnm
Relato del sendero:
Este sendero circular comienza en el mismo acceso que otros recorridos de la reserva, en las cercanías del Centro de Información Ambiental de CONAF. Desde los primeros pasos, se percibe que esta caminata ofrece algo distinto: un equilibrio entre el bosque nativo, los cruces de agua y las vistas despejadas hacia el Volcán Lonquimay.
El tramo inicial —conocido como “El Raleo”— se abre paso entre renovales de coigües y lengas jóvenes. La vegetación es densa, pero no agobiante, y permite apreciar cómo se va regenerando el bosque tras décadas de uso humano. El sendero avanza en pendiente suave, ganando altura con tranquilidad, lo que permite detenerse a observar aves como el chucao, el rayadito y, si hay suerte, el carpintero negro.
Al acercarse a la zona de los Tres Arroyos, el entorno cambia: el terreno se vuelve más húmedo y fresco, y se suceden pequeños cruces de agua clara. Estos arroyos que le dan nombre al sendero bajan desde las laderas cercanas, nutriendo una microcuenca rica en biodiversidad. Es habitual encontrar rastros de fauna silvestre como zorro culpeo o pudú, aunque no siempre se dejan ver.
Una vez cruzados los arroyos, el sendero entrega un premio visual inesperado: una amplia panorámica del Volcán Lonquimay que se eleva, imponente, al fondo del valle. Aquí, entre claros del bosque, es un excelente lugar para descansar, comer algo y contemplar el paisaje.
El tramo final del circuito desciende con suavidad, volviendo a enlazar con el acceso original. La caminata completa ofrece un recorrido muy variado en cuanto a ambientes: bosques densos, sectores más abiertos, cursos de agua y vistas de montaña, todo en un solo circuito que no exige gran preparación física, pero sí algo de resistencia.